En la década de los 60, surgió el
capitalismo.
Para la consolidación del
capitalismo industrial fue muy importante la alianza del mundo industrial con
el financiero. Los capitalistas industriales necesitaban recursos económicos
para instalar nuevas empresas, líneas ferroviarias o construir buques. Los
dueños de las fábricas, constructores de trenes y barcos debían recurrir a los
banqueros para concretar sus negocios.
A partir del año 1870, comenzó a
producirse una serie de cambios en la industria. Así como en la primera, el
elemento determinante fue el vapor; en la segunda, una serie de inventos
marcaron su desarrollo. La electricidad, empleada desde mediados de siglo en el
telégrafo, pudo ser usada en la producción.
En 1867, Werner Siemens aplicó el
dínamo (un aparato que permitía producir electricidad), a la industria.
En 1879, Thomas Alva Edison
fabricó la primera lámpara eléctrica y la transformó en un producto industrial
de su propia fábrica: la Edison Company, después conocida como General Electric
Company, fue la primera empresa mundial de electricidad.
El petróleo y sus derivados
fueron los combustibles de esta Segunda Revolución Industrial y el acero, la
materia prima. Las industrias siderúrgicas y de hierro demandaron todo tipo de
metales, lo que dinamizó también la minería.